Revista Sinapsis. ISSN 1390 – 9770
Vol. 1, Nro. 23, diciembre de 2023
https://www.itsup.edu.ec/sinapsis
padres o tutores, los conmovió directamente en la toma de decisión de abandonar sus estudios, al
no tener unos ingresos monetarios fijos, no podían solventar los gastos básicos. Muchos alegaron
que desertaron porque debían ayudar en la manutención de sus padres de avanzada edad y por eso
no siguieron estudiando para ponerse a trabajar (Arma, 2020). Otros ya tenían esposas e hijos que
debían mantener, por lo que tomaron la decisión definitiva de desertar. Resultados que concuerdan
con lo expresado por Estrella (2015) cuando asegura que aquellos estudiantes pertenecientes a
una minoría étnica, con hacinamiento familiar, que trabajan y ayudan en el hogar son más
proclives a desertar.
Además, los alumnos que desertaron, describieron que las materias son difíciles en ingeniería y
no asimilaban los contenidos; el trabajar y estudiar en paralelo en el mismo semestre, les
demandaba tiempo y esfuerzo, lo cual los afectaba en la realización de sus tareas, trabajos y
estudiar para los exámenes y/o evaluaciones, las actividades eran reprobadas, asimismo, el
cansancio, por que trabajaban por turnos rotativos en las empresas, esto contribuía negativamente
en su desempeño en la universidad. Debido al agotamiento, no prestaban toda la atención en las
clases, se ausentaban, se desaprovechaban las tutorías, charlas, talleres importantes, perdiendo el
hilo conductor del estudio, lo que repercutía en obtener evaluaciones con calificaciones muy bajas
(Ver tabla 1), sumado a un rendimiento inferior y contribuyendo a bajar autoestima y caer en
depresiones con las ganas de no seguir con sus estudios, volviéndose alumnos repitientes una vez
más. Por lo que, tomaban la decisión definitiva de desertar.
En la dimensión afectiva y sumando los procesos administrativos los alumnos desertores
expresaron que para los trámites de algunos documentos debían esperar mucho tiempo para
obtener una respuesta, ya no eran amigables, y no se sentían motivados en seguir avanzando en
la carrera de Ingeniería.
En la dimensión académica y social, afirmaron que ya la universidad está en el pasado, decían
que el aula estaba llena de compañeros de distintas edades, alumnos con necesidades especiales,
por ejemplo (auditivitas y de lenguaje) y de otros países, como Bolivia, Ecuador, Haití, Colombia,
entre otros. Algunos estudiantes tenían varios semestres repitiendo la asignatura de Química
general I, todo ello, dificultando el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que el docente debía
adecuarse a los estilos de aprendizaje en un aula multicultural. En algunas clases se avanzaba por
que el docente empleaba mucha creatividad y desarrollaba un conjunto de habilidades para
motivar al estudiantado, pero en otra, no ocurría lo mismo.
Otros afirmaron que ciertos docentes cumplían funciones administrativas, en decanatos,
directivas, investigación y vinculación, por lo que no tenían suficiente tiempo para cumplir con
los procesos de enseñanza en tutorías, retroalimentaciones, consultas, entre otros. Todo en su
conjunto contribuye en el detrimento de la educación, y finalmente, repercutía en alumnos
desmotivados, desatendidos, llenos de dudas, incrementando así, la posibilidad de que se sumen
más estudiantes en la “deserción estudiantil”. Concuerda con lo que afirma, Albarrán, (2019) “la
observación empírica permite suponer que cada día son menos los alumnos que acuden a las aulas.
Si se considera el porcentaje de deserción total de 65%, se puede inferir que la crisis social y
económica ha afectado la motivación por los estudios de pregrado” (p. 85).
Ante la posibilidad de la reinserción, la respuesta fue que no querían volver a la universidad,
debido a que no tienen tiempo, algunos aducen que desean continuar en otra área, que no sea
ingeniería, es decir, les interesa es trabajar de día y tomar una carrera en una universidad cerca de
su trabajo o casa, les importa tomar turnos nocturnos para su educación. Otros aseveraron, no